Manuel Limay: Al borde de lo real

Manuel Limay: Al borde de lo real

En las entrañas de la luz y la carne, Manuel Limay reescribe el cuerpo humano como un collage vivo y putrefacto. A través de cianotipias viradas en fibra porcina y excrementos rumiantes, sus series no sólo capturan la degradación orgánica, sino que denuncian el descuartizamiento médico del ser y la violencia que fragmenta el territorio peruano.

La fotografía forense de Limay nos obliga a regurgitar lo reprimido: un llamado visceral a unir lo fragmentado, antes de que la industria devore nuestra regeneración.

Entre los años 1980 y 2.000, una de las fuentes de abastecimiento de productos agrícolas para la ciudad de Cajamarca, se encontraba en el ecosistema de sus montañas y caseríos como “Quinrayquero”. El flujo de este transitar mercantil, fueron configurando territorios de intercambio, con ello, asentamientos humanos espontáneos y ocasionales. En este ecosistema interracial, intergeneracional, de hibrides imaginaria, se configuró una práctica esotérica un tanto perturbadora:

“La mujer, para atraer a un hombre a su lado, y este caiga sumiso ante sus pretensiones amorosas, debe dormir con un trozo de carne entre sus genitales, pies y axilas, al siguiente día debe preparar un trozo de esta carne en algún plato y dársela de comer al hombre pretendido, el pedazo restante será encargado al brujo para que la trabaje (hacer aparecer caras en la carne y dejarlas podrirse). El resultado; el hombre caerá enamorado de dicha mujer. Este ritual también suele practicarse con frutos como las manzanas, papas entre otros.”

Mas allá de los juicios folclóricos y repulsivos, este tipo de prácticas son legitimadas secretamente como una forma de convivencia colectiva, que a su vez inyecta seguridad y certeza en las vidas de quienes las practican. Por otro lado, está el llamado “trabajo del brujo” el cual consiste hacer aparecer retratos en superficies orgánicas como carnes, frutos, papas, etc. para luego enterrarlas o dejarlas podrirse según sea el encargo.

Cuando nacemos, al salir por el conducto genital de nuestra madre, somos colonizados por el microbioma vaginal, millones de bacterias penetran nuestra piel, dando forma al aparato inmunológico y otras funciones básicas del cuerpo, es decir; este microbioma es vital para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Entonces, podemos inferir que; la práctica esotérica de la carne, emula la migración bacteriana de la mujer hacia otro cuerpo, tal como sucede en el parto, esta a su vez podría estar reforzando el sistema inmune de quien ingiere este bocadillo. Mas allá de los sistemas de pensamiento, existe un universo microbiológico que se anticipa y determina la convivencia entre diferentes especies, aceptando o rechazando nuevas formas de habitar.

Podríamos afirmar entonces que; el universo microbiano de un territorio y población, modulan y moldean los comportamientos individuales y colectivos de sus habitantes, configurando sus tradiciones y folclore.

Fotógrafo o brujo?
El pedido especial al brujo es encargar trabajar el material orgánico, este proceso consiste en; impregnar el retrato de la persona a manipular sobre la materia previamente seleccionada por el cliente, ya sean frutos, carnes, vegetales u otros. Se dice que secretamente el brujo entre rezos y brebajes impregna el retrato de la víctima sobre esta materia, seguidamente la entierra en un lugar electivo según sea el malestar o bienestar a causar, en algunos casos deja el producto a la intemperie, de tal forma que este se vaya pudriendo, en este caso la víctima empezará a sufrir daños corporales o ha adquirir alguna enfermedad en tanto la materia avance o ralentice su descomposición.

Desde esta práctica, el ejercicio fotográfico se reinventa como ejercicio microbiológico y esotérico, las imágenes no admiten legitimidad si no han pasado o tenido contacto con el ecosistema microbiano de la mujer, desde estas condiciones, capturar imágenes, es un quehacer bacteriano y espiritual, no documental ni ficticio, mucho menos histórico o poético, el fotógrafo no es mas un artista, es un manipulador de la vida material y espiritual, un médico del cuerpo.

La incubación bacteriana en los bocadillos y su posterior consumo, podrían explicar estas relaciones causales de enfermedad o cura en los cuerpos, sin embargo, existe un vacío racional que no permite entender la relación imagen – espiritualidad. Es decir; ¿Cómo es posible la manipulación de las emociones y afectos direccionados, mediante el traspaso de una imagen a un determinado fruto o carne? ¿Cómo el hecho de que mi retrato, impregnado en una manzana, pueda afectar directamente mis estados emocionales sin yo saber del hecho?

Hay una naturaleza encima de esta naturaleza, una luz encima de esta luz y sombras debajo de estas sombras, algo que solo se puede ver si logras reunir a la muerte y a la vida en un solo contenedor, una alimenta a la otra, ambas intensifican su naturaleza, acá, hay otra luz, otra sombra, esa que la cámara y sus historias han sepultado, aquí el instante decisivo es el olvido. La luz capturada, esa que dio forma a la imagen, y que quedó prisionera fotográficamente, debe salir del cuerpo, lo mismo que las sobras. En esta libertad está la otra naturaleza.

Recetario para revelar sobre carne:
Consigue fibra de carne (res, porcino u ovino) estírala sobre alguna base de madera con ayuda de unos clavos hasta lograr una base lisa y sin arrugas, coloca al sol por 5 horas. Listo¡ ya tenemos un papel de fibra de carne. Ahora ya puedes foto-sensibilizar con la emulsión de tu preferencia; cianotipia-sales de hierro o plata, etc. Una vez revelada la imagen, sumerge en agua de puquio por una noche, al día siguiente la fibra habrá vuelto a su textura natural.


Acerca del autor:

Artista visual Cajamarquino (Perú). Actualmente habita en zona de expansión urbana “Baños del Inca”, lugar desde donde reflexiona y elabora sus piezas y discursos artísticos, es integrante del colectivo ACHIKWAYRA”. Ha realizado estudios de: cine documental, lenguaje cinematográfico, fotografía experimental “Barcelona” – procesos fotográficos del siglo XIX “Centro de la imagen” Lima, entre otros.

Manuel experimenta con técnicas fotográficas orgánicas desde un enfoque personal y de compromiso social. Finalista en los Premios Nacionales y expositivos: ICPNA “Arte contemporáneo”2019 – 2025- concurso de pintura BCR 2021 – 2024) finalista en “Concurso de dibujo dos generaciones “Cultural Británico: 2021 – 2024” “Pasaporte para un artista” (2022). Tallerista en el Experimental Photo Festival Barcelona 2022. Ha realizado exposiciones nacionales e internaciones, entre ellas: Museo nacional del Perú “la Ramada” Instituto de estudios fotográficos Cataluña Barcelona.

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Instagram: manuel_limay_incil_fotografia

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© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879