Cuerpos rotos
Por Rebeca Mayorga
Cámara: Sony Alpha 7 III
Los trabajos desempeñados tradicionalmente por mujeres acarrea para ellas una serie de consecuencias físicas y psicológicas derivadas de la brecha de género. Estas enfermedades laborales aún no están reconocidas por la legislación española.
Es otro día laboral, Amalia se despierta a las 5:30. Aún es noche cerrada. Recostada en la cama toma un antiinflamatorio y se chasca los dedos uno por uno para que el hormigueo vaya desapareciendo. La garra se despierta en mano. Consigue levantarse cuando ya está claro.
Un autobús abarrotado la dejará frente a la primera casa a la que asistirá hoy. Es parte de Territorio Doméstico, colectivo feminista que lucha para visibilizar y dignificar el empleo de hogar y cuidados. Se apoyan colectivamente ante las injusticias que viven otras; se reúnen y organizan sus reclamos a través de canciones: “Me duele todo el cuerpo de nunca parar, no tengo un día libre ni para enfermar. Si este curro que hacemos es fundamental ¿por qué pagan tan mal?”, dice una de ellas.
Otros colectivos, Las Kellys (Asociación de camareras de piso de los hoteles) y Jornaleras de Huelva en Lucha, reivindican la misma falta de derechos en salud laboral. Las aparadoras – colectivo de mujeres que fabrican zapatos- en tanto denunciaron ante el Parlamento Europeo la explotación de la industria del calzado. Trabajaban en chamizos con escasa iluminación, sin contrato ni inspecciones laborales, mientras les doblegan enfermedades silenciosas de años de trabajo a destajo. Tras décadas encogidas en la máquina de aparar calzado durante jornadas maratonianas, las aparadoras padecen de cervicales inflamadas, dolor de huesos, columna y articulaciones, escoliosis y artrosis degenerativa, además de problemas de visión y manos dormidas e hinchadas. Y ahora, en el momento de jubilarse, no tienen derecho a una pensión.
Junto a las mujeres de la pesca, de ayuda a domicilio y cuidadoras de la tercera edad, son trabajos que se conocen como feminizados. Esto quiere decir que son ocupaciones en las que más del 80% de la mano de obra son mujeres. Tienen en común inestabilidad laboral, escasa formación en prevención de riesgos laborales, jornadas extensas donde las tareas son duras y los ingresos bajos, con una brecha salarial del 18,7% mayor que en las ocupaciones que desempeñan tanto hombres como mujeres.
Tras atender a dos personas dependientes a las que ha tenido que bañar sin grúas elevadoras, Toñi, sociosanitaria, se dispone a tomar un descanso. Pero un mensaje de voz de la coordinadora la lleva a una sustitución. La distancia es larga, y durante los cambios de línea del transporte público, corriendo tomará un tentempié ultra-procesado envuelto en papel albal.
Controladas por la empresa en ruta y tiempo entre domicilios a través de Google Maps, dice que “la salud es lo primero que tienes la sensación de perder cuando trabajas de esta manera”. Aparte de las consecuencias psicológicas, las sociosanitarias en tanto se enfrentan a una sobrecarga muscular debido a los pesos que soportan y que generalmente acaban acarreando trastornos como lumbalgia o tendinitis, y que a su vez desencadenan lesiones crónicas como la artritis.
Estas mujeres sufren dolor y angustia por su salud, junto con una inmensa incertidumbre por el futuro de su puesto de trabajo, vulnerabilidad por la temporalidad propia de estas ocupaciones, estrés por el ritmo excesivo y sobrecarga de tareas, sometidas a una supervisión constante que genera ansiedad, con control estricto de tiempos y presiones por conseguir unos objetivos elevados, desgaste por falta de previsibilidad y altos niveles de exigencia, y desmotivación por el poco tiempo libre para el desarrollo personal, sin desconexión por jornadas que se alargan.
Según el estudio Cuidémonos. Auxiliares de Ayuda a Domicilio en España (2022). Riesgos sociales y estado de salud de la Universidad Autónoma de Barcelona, hay una alta competencia que repercute en los cuerpos. Este modelo de negocio permite al Estado y a grandes empresas desentenderse de las condiciones laborales mientras ahorra en formación y prevención de riesgos.
Los colectivos reivindican la negociación de la jubilación anticipada, el incremento de inspectores laborales aleatorios, un castigo a los expedientes irregulares y que estos no puedan optar a las bolsas de trabajo institucionales.
El proyecto Cuerpos Rotos cuenta con una Beca Albarracín 2022 y el IX Premiu Memorial Joaquín Bilbao Miraes 2024 de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Asturianos.
Acerca de la autora:
Rebeca es periodista audiovisual, curiosa, enfocada en el llamado “periodismo de soluciones”, con interés en temas sociales, las diferentes culturas, religiones y formas de vida. Ha recogido con su cámara de vídeo historias latentes tras el conflicto palestino-israelí en el contexto de la guerra del Líbano de 2006 y del genocidio ocurrido en Ruanda, sobre el ostracismo del colectivo gitano en España, el desarme de ETA, las luchas mineras, el drama de los feminicidios y la violencia de género.
En su trabajo, también ha dado cuenta de las consecuencias físicas, psicológicas y sociales de la mutilación genital femenina y otras prácticas perjudiciales tradicionales, la salida de ciudadanos ucranianos fuera de sus fronteras con la actual guerra rusa y los dos años de guerra en la diáspora, la nueva realidad del calentamiento global con los mega-incendios y la crisis sanitaria del coronavirus, entre otras.
Historias, y personas que le han confiado la comunicación de sus experiencias vitales, le han dado la oportunidad de colaborar con importantes medios, tales como, la Agencia France-Presse, Canal ARTE, El País, El Salto, Acción contra el Hambre, La Marea, entre otros.
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