A la sombra de los algarrobos

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Fotografías: Gaspar Abrilot
Investigación: Jorge Rowlands
Texto: Jorge Gronemeyer

Chile es demasiado civilizado para atraer al explorador, demasiado lejano para tentar al excursionista y demasiado europeo para despertar la curiosidad de las multitudes. Generalmente sabemos el nombre y, de manera vaga, la latitud bajo la cual se encuentra esta tierra tan grande como Francia, que se despliega entre el Pacífico y la Cordillera, desde el desierto de Atacama, a través de los campos de los valles centrales y selvas de la Araucanía a los glaciares de Tierra del Fuego. -CHARLES WIENER, Chili & chiliens (1)

 
Existen algunas publicaciones de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX que tenían como objetivo mostrar al mundo las características, el potencial y las riquezas de Chile. Estos libros utilizaban textos, números, mapas e imágenes fotográficas impresas, para acercar al lector de otras latitudes y culturas a nuestra “historia, gente, comercio, industria y riqueza”, como versaba el subtítulo del libro Impresiones de la república de Chile en el siglo veinte(2), impreso en Inglaterra en 1915.
 
Proyectar un país hermoso, ordenado, seguro, civilizado y moderno era imprescindible para atraer e incentivar el interés de inversionistas que quisieran beneficiarse de las riquezas de este próspero territorio. Por ese entonces, el principal recurso era el salitre(3), utilizado por la industria química para producir fertilizantes y explosivos. La explotación del salitre estaba en manos de privados, principalmente ingleses, y el Estado chileno se beneficiaba de los impuestos de exportación, acrecentando vigorosamente las arcas fiscales y llevando al país a un sostenido –aunque siempre desigual– crecimiento económico. Esto se veía reflejado en las obras públicas y la modernización de la nación, como, por ejemplo, la construcción de una amplia red ferroviaria, que aseguraba la unión entre diversas ciudades, y la conexión de los centros productivos de materias primas con los puertos para su exportación.
 
Las apachetas son montículos formados tras apilar de manera comunitaria una piedra sobre otra, logrando construir una especie de pirámide. Fueron hechas por los pueblos aimara y quechua a modo de ofrenda a la Pachamama (madre tierra) con la finalidad de pedir permiso para entrar a tierras desconocidas. Posteriormente, estas fueron usadas por los viajeros como señaléticas de orientación. En la imagen, una apacheta con los volcanes tutelares San Pedro y San Pablo. © Gaspar Abrilot.

La crisis económica mundial, comenzada en 1929 (conocida como La Gran Depresión), y la producción de salitre sintético a fines de la Primera Guerra Mundial marcan el fin de la era del salitre; y el cobre, hasta ese entonces la segunda actividad económica –extraído a gran escala desde comienzos del siglo XX–, se convierte en el pilar de la riqueza chilena, situación que se mantiene hasta la actualidad, siendo el principal productor de este mineral en el mundo. La importancia estratégica del cobre provocó que, en 1964, durante el mandato de Eduardo Frei Montalva, comenzara un proceso de “chilenización” del mineral, donde el Estado compra acciones de las compañías extranjeras, asunto que posteriormente derivó en la “nacionalización del cobre” en 1971, impulsada por el gobierno de Salvador Allende Gossens. Pero la idea de nacionalización de las riquezas de esta tierra ya es planteada a fines del siglo XIX, como un intento de retener las utilidades en el país y limitar o condicionar la presencia de capitales extranjeros. Por el contrario, durante el período de dictadura, posterior al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, se impone una “desnacionalización” de los recursos, asunto que se perpetuó en todos los gobiernos que sucedieron al período dictatorial.

Parte fundamental de la historia política y económica de Chile sucede, o está relacionada, con la zona norte de este país, donde se ubica el desierto de Atacama. Es precisamente un desacuerdo relacionado con los impuestos del salitre la excusa que detona el conflicto armado con Bolivia y Perú, conocido como Guerra del Pacífico o Guerra del Salitre (1879 – 1884). Terminada la guerra, después de una serie de tratados y pactos, Chile anexa a su territorio a la provincia de Antofagasta, perteneciente a Bolivia; y las provincias de Tarapacá y Arica, pertenecientes a Perú, monopolizando así la producción de salitre.

Vista del nuevo tranque de agua para abastecer del recurso hídrico al pueblo de Quillagua. Lamentablemente, este acumulador de agua no ha podido ser puesto en funcionamiento debido a la demora y la incorrecta gestión en la toma de muestra y análisis químico que hizo el municipio de María Elena. © Gaspar Abrilot.

El desierto de Atacama, que abarca las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y el norte de Coquimbo, es considerado el territorio más árido del mundo. El río Loa, que atraviesa este desierto de cordillera a mar, fue la frontera entre Perú y Bolivia antes de la Guerra del Pacífico. Se ubica entre las actuales regiones de Tarapacá y Antofagasta y, con sus 440 kilómetros, es el río más largo de Chile. Esto es parte del contexto territorial e histórico necesarios para comprender el presente proyecto, compuesto por fotografías, investigación, documentos, textos, exposiciones y publicaciones. Para abordar en profundidad a esta inmensa y árida zona, es necesario entender las particularidades de este territorio, con su extrema geografía y clima, así como también es preciso entender la vulnerabilidad y las tensiones de ese paisaje natural en relación con sus habitantes en distintas temporalidades y circunstancias, los desastres medioambientales derivados de la extracción de sus recursos minerales, además de las diversas capas que conforman su compleja historia. Las publicaciones aludidas al comienzo de este texto (Chili & chiliens e Impresiones de la república de Chile en el siglo veinte), ostentaban un claro fin propagandístico, donde se presentaban los recursos ya explotados y de alguna forma implícita, los recursos por explotar.

Las riquezas naturales, que parecían en esos momentos inagotables, se relacionaban con la idea de bienestar, prosperidad y desarrollo. Esto queda plasmado en las últimas líneas del prólogo del ya citado libro Impresiones de la república de Chile…: Por último, los editores de este volumen se permiten abrigar la esperanza de que el esfuerzo realizado para hacer justicia al asombroso progreso de Chile y a la maravillosa vitalidad de su suelo contribuirá a encauzar el capital y los brazos necesarios para consolidar la prosperidad y el prestigio mundial de la República(4). A la sombra de los algarrobos, después de algo más de un siglo de lo relatado anteriormente, nos conecta con los acontecimientos relacionados con este territorio, desde un punto de vista crítico, ecológico, además, reivindicativo de sus habitantes y, en particular, con los pueblos ancestrales que habitaron y habitan esta región. Pero lo que no puede hacer, es ilustrar las palabras citadas del prólogo, porque esas expectativas y esperanzas simplemente no se cumplieron o afectaron directamente solo a una pequeña y privilegiada elite, que se enriqueció groseramente a costa de explotar a obreros y obreras y vulnerar los derechos vitales de las y los habitantes originarios de esas tierras. La fotografía vuelve a mostrarnos la ineludible belleza del entorno –eso es inevitable–, pero esta vez apunta y visibiliza en su discurso al frágil y precario equilibrio de este territorio y sus habitantes.

La natural escasez hídrica, propia de una zona árida, se suma a una histórica e ilimitada voracidad de la industria extractivista, que en sus operaciones desvía, hacia su propio y particular, uso las aguas disponibles para el consumo humano. Las tuberías que llevan el agua hasta las minas intervienen el paisaje, así como el horizonte es fragmentado con verdaderas montañas de acumulación de material de desecho de las faenas mineras, contaminando el entorno y convirtiéndose en verdaderos monumentos a la impunidad y al desprecio absoluto por el medioambiente. La inmensa superficie expuesta del desierto deja ver las alteraciones del paisaje, las huellas, las cicatrices de diversas temporalidades. Todo queda expuesto, el paisaje es un libro abierto a la constatación de las barbaridades que se han cometido ahí, tanto en aspectos medioambientales como humanos.

Dina Panire, primera mujer en asumir en 25 años la presidencia de la comunidad atacameña de Chiu Chiu, ha desarrollado un rol clave en la localidad, generando una nueva conciencia de género y enfocando en tres ejes su trabajo: demandas territoriales, protección de la laguna Inca Coya y construcción de un nuevo colegio para niños, niñas y jóvenes. © Gaspar Abrilot.

Los relatos escritos y orales de sangrientos hechos se sobreponen uno a otro. Desde las atrocidades de la Guerra del Pacífico a matanzas de obreros, como la ocurrida en la Escuela Santa María de Iquique en 1907, o el campo de prisioneros políticos de Chacabuco, emplazado ahí solo dos meses después del golpe cívico-militar encabezado por Augusto Pinochet en 1973, en lo que antes fuese una oficina salitrera activa entre 1924 y 1940 y convertida en monumento nacional en 1971. Pero también son extremadamente violentos y sistemáticos los numerosos casos que han afectado a lugareños en referencia a la contaminación y acceso al agua, como por ejemplo lo acontecido en el oasis de Quillagua, ubicado en la comuna de María Elena, a orillas del río Loa.

En 1911 se termina la construcción del tranque Sloman, una represa hidroeléctrica, actualmente en desuso, que alimentaba de energía a la actividad minera, alterando y disminuyendo considerablemente el cauce del río Loa. Todo esto, exactamente en el sensible punto más seco de nuestro planeta. Es importante reflexionar sobre estas históricas y actuales problemáticas sociales, económicas, medioambientales y culturales, expuestas casi ejemplificadoramente en los territorios que constituyen el norte grande. Sobre todo ahora, en el contexto en que la Convención Constitucional trabaja presentando, analizando y votando normas que construirán la nueva Constitución chilena.

Este proceso es visto por algunas personas como una suerte de refundación del país, donde se delibera sobre asuntos tan trascendentes como, por ejemplo, el establecer que Chile es (o, más bien, será, dependiendo de los resultados del plebiscito de salida) un Estado regional, plurinacional e intercultural. O aspectos esenciales, como que el acceso al agua se consagre como un derecho humano(5), además de una serie de normas direccionadas a enfrentar el cambio climático y las problemáticas medioambientales en general.

Esto ocurre en un momento crucial, en un punto de inflexión en lo que se refiere a una noción ecológica y sustentable, después de un extenso período en que esos conflictos no fueron tema simplemente porque entorpecían o frenaban los mezquinos intereses de unas y unos pocos. En este contexto, un tema que resuena fuertemente es la nacionalización de los bienes naturales de Chile, como el cobre y el litio, estableciendo un rol del Estado en la minería y la convivencia de esta actividad productiva con el debido respeto y cuidado del medio ambiente, e incorporando la voz y participación de los pueblos indígenas.

En la naciente del río Salado, segundo principal afluente del Loa y cercano a la comunidad de Toconce, se erige una gran infraestructura de abducción de agua de propiedad de Codelco. Esta obra de ingeniería, que actualmente no se encuentra en funcionamiento, es parte de un complejo sistema de extracción, trasvase, canalización y almacenamiento de agua para los yacimientos mineros cercanos a Calama. © Gaspar Abrilot.

La historia sigue escribiéndose, los acontecimientos se suceden a veces imperceptiblemente en un aparente e inamovible status quo y, en otros momentos, como el actual, se dinamizan producto de un largo período de estancamiento, desencanto, de sufrir abusos donde la impunidad es normalizada y la desesperación agudizada. Cómo no pensar en el “levantamiento social” del 18 de octubre de 2019, que fue el impulso de profundas transformaciones que Chile, donde un importante porcentaje de la población exigía y requería con urgencia un cambio en el sistema.

Este trabajo está en esa línea: se postula, desarrolla y concreta con un espíritu crítico de lo que hemos construido como país. Cómo no condenar el hecho de que el territorio sobre el que trata A la sombra de los algarrobos es, por un lado, el más productivo económicamente, y por otro, se cuenta entre las regiones más pobres y precarizadas del país. Chile posee las mayores reservas mundiales de cobre y litio, minerales críticos en las transiciones de energía limpia. Esperamos que esta se convierta en una nueva oportunidad de concretar esa promesa de prosperidad, pero que esta vez beneficie transversalmente a toda nuestra sociedad.

1 Wiener, C. (1888). Chili & chiliens. Librairie Léopold Cerf.
2 Lloyd, R. (1915). Impresiones de la república de Chile en el siglo veinte. W. Feldwick Editores.
3 El salitre es una mezcla de nitrato de potasio (KNO3) y nitrato de sodio (NaNO3).
4 Lloyd, R. (1915). Impresiones de la república de Chile en el siglo veinte. W. Feldwick Editores.
5 En la actualidad, solo un 53% de la población rural tiene acceso a agua potable a través de una red pública, el resto de la población se abastece mediante otras fuentes, como pozos, norias, ríos, esteros o camiones aljibe. (Rivera, D., Donoso. G, Molinos, M. (2021, 8 de noviembre). Derecho humano al agua: necesarias precisiones para su consagración y cumplimiento. Diario El Mostrador).

A la sombra de los algarrobos será presentado gracias a una serie de exposiciones a nivel nacional: Sala Chela Lira de Antofagasta (agosto 2022), Centro Cultural La Moneda, en el marco de la exposición Expediciones (agosto de 2022), Sala Tierra del Fuego, Punta Arenas (diciembre 2022), Pinacoteca de Concepción (marzo 2023), Sala Laboratorio, Parque Cultural Valparaíso (julio 2023)


Acerca del Autor:

Nacido en Santiago de Chile, Gaspar es fotógrafo profesional y Master en investigación y creación fotográfica de la Univ. Finis Terrae. Su trabajo autoral se ha desarrollado analógicamente en torno al documentalismo medioambiental, centrándose principalmente en paisajes alterados por el ser humano. Desde esta disciplina busca evidenciar las diferentes realidades sociales, políticas o geográficas de zonas que han sufrido una transformación producto de la intervención indiscriminada del individuo.

Profesionalmente es editor e impresor en el prestigioso taller Gronefot Fine Art / Sala de Maquinas, donde desarrolla trabajos de gestión de color, digitalización, restauración y preparación de archivos fotográficos para instituciones, museos y destacados fotógrafos nacionales e internacionales. Además es docente en la Universidad Andrés Bello y Universidad de Talca y ha realizado importantes contribuciones en el rescate patrimonial fotográfico para la Biblioteca Nacional, Palacio La Moneda, Museo Vicuña Mackenna, Museo de Maipú, Fundación SudFotográfica y Fundación Víctor Jara.

Ganador de cuatro becas Fondart, fue parte de Jóvenes Emergentes 2014 y su obra ha sido expuesta en diversas revistas de fotografía. En Chile ha participado en exposiciones colectivas en el Centro Cultural Palacio La Moneda, Pinacoteca de Concepción, Sala Pablo Neruda de Santiago, Sala Chela Lira de Antofagasta, Estación Mapocho y Parque Cultural ex-Cárcel de Valparaíso. Internacionalmente ha sido invitado al encuentro visual y antropológico ALA 2020 en Montevideo, Uruguay; Feria Equinox de Brasil y a los festivales PhotoPatagonia, Río Gallegos (2016 y 2018) e Infoto 2020, Buenos Aires, Argentina. En el año 2021 fue galardonado con el primer lugar en categoría medioambiente en el 42º Salón Nacional de Fotoperiodismo.

Instagram: @gaspar_abrilot

 

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