Cámara Amiga, curiosa proeza de la era industrial chilena

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por Jorge Villa Moreno

Durante los años cincuenta Chile estaba al borde de un cambio de índole conceptual tal que simplemente ya nada sería lo mismo.

La fotografía por esos años tenía federaciones y grupos organizados en torno a muestras anuales y premiaciones que se realizaban dentro de museos, más que por un efecto de mancomunión, era una forma de validar la fotografía como un arte cercano a los mismos rituales de la pintura. Discusión que en otros lados del mundo ya había madurado. Chile estaba en medio de una crisis económica tal que el Río Mapocho se había convertido en la residencia de muchos niños vagos, esas mismas imágenes que silenciosamente recogía Sergio Larraín.

 
Todo suele llegar tarde a Chile, estamos hablando que el fenómeno Bauhaus de alguna forma comenzaría a gestarse en las mentes de autoridades, tratando de generar desde el Estado un esquema de planificación para detener el avance de la crisis (lo mismo que representó la escuela alemana ante el quiebre económico producto del costo de la primera gran guerra). En Chile como también en Argentina se da el fenómeno de la industrialización con el propósito de volverse países trabajando sus propias materias primas, comienza a reverberar el concepto de autarquía.
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Asimismo, desarrollar proyectos internos, de este empuje nace la Cámara Amiga, producto de S.I.A.F. (Sociedad Industrial Argentina de Fotografía), un dispositivo de patente chilena hecha de baquelita, el mismo plástico de los antiguos teléfonos negros de dial, resistente pero que más que asegurar un buen resultado en lo óptico, era una proeza técnica desde lo mínimo; posee un diafragma fijo en 3,5; velocidades de 1/30, 1/60. Enfoque a partir de 1,9mt. Con una presentación que distaba del diseño alemán que por entonces era el Olimpo de las cámaras; su estética será recuperada tangencialmente por modelos como la Holga (made in Hong Kong) tres décadas después. Su formato de película es 126, pudiéndose ocupar el 120 con una pequeña modificación. Es una de esas piezas que se podría considerar como dispositivo artístico si lo miramos desde la perspectiva de la paleta restringida. De forma más tardía a este recurso creativo de la cámara para aficionado, pocket o derechamente de juguete al cual han apelado posteriormente autores como Daido Moriyama, Martin Parr o Terry Richardson.
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En Chile por esos años tenemos activo a Roberto Montandón, como un referente de la fotografía, patrimonio y la mirada antropológica que siempre lo caracterizó, más aún si consideramos que fue padre del movimiento generado dentro de la Universidad de Chile que nos trae nombres como Antonio Quintana o Domingo Ulloa, a quienes podríamos considerar fotógrafos cercanos al momento industrial con su propósito de dignificar al trabajador; aún más a Luis Ladrón de Guevara, que basó su trabajo en el progreso industrial de Chile. No se tiene registro de ellos trabajando con la Cámara Amiga aún cuando de ambos lados se representaba al industrialismo del sur.

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Se puede considerar a la cámara Amiga uno de esos empujes de chilenidad como puede ser la avioneta Pillán o el jeep Yagán, piezas de culto; podría ser una suerte de prototipo de un tiraje/impacto más ambicioso que posteriormente que no se realizó. Fue una insinuación de “podemos hacer”, pero al cual le faltó financiamiento o ambición. La cámara Amiga de tanto en tanto aparece en sitios de venta y reventas pero hasta la fecha en el plano nacional se desconoce un trabajo autoral de continuo con ella. Una proeza no explotada que pasó demasiado rápido del ímpetu a adornar la mesa de centro con el crochet tejido por la abuela.

© Jorge Villa Moreno

Acerca del Autor:

Jorge Villa Moreno (Illapel, 1978). Licenciado en arte y fotógrafo, ha trabajado con las instituciones culturales más relevantes de Chile, con las cuales también ha desarrollado la labor de divulgador de la fotografía, organizando charlas, realizando investigaciones y principalmente creando conciencia desde la mediación sobre el acervo cultural de la fotografía.

Ha realizado variadas muestras de su trabajo, destacando su énfasis pionero como en 2014 realizando la primera exposición a nivel nacional a partir exclusivamente de la cámara de su celular, montada en la ciudad de Quilpué, región de Valparaíso. También en 2017 realizó un taller de fotografía para niños del primer ciclo escolar llamada “Fotografía Libre y Feliz” que se exhibió en el entonces Consejo de la Cultura y las Artes, y siendo destacada en la oficial de Twitter de la presidencia. Es editor y mediador de “La Ruta de Sergio Larraín por Valparaíso” y su proyecto emblemático “Fotomérides”, (ambos en Facebook). Actualmente su gestión va de la mano con el auge del fotolibro durante pandemia, organizando un ciclo de charlas -aún en curso- en el Ministerio de la Cultura, Las Artes y el Patrimonio; en paralelo está gestiona la creación de una fototeca y colección permanente de fotografía en el Centro Cultural Daniel De la Vega en la ciudad de Quilpué. Jorge Villa Moreno ha obtenido becas y fondos concursables en varias oportunidades.

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© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879