Sofía Moraga: EL PATIO DE MI CASA

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EL PATIO DE MI CASA: Todos tenemos un patio que barrer

Por Sofía Moraga Campuzano, Ganadora QUIJOTE PHOTO FEST 2023

Este trabajo de Sofía Moraga resultó ganador del QUIJOTE PHOTO FEST 2023 organizado por el Aula de Fotografía de la Universidad de Alcalá, cuyo premio incluye la publicación de la serie ganadora en nuestra revista. El jurado estuvo compuesto por el editor gráfico y fotógrafo Paco Junquera; el fotógrafo Vicente López Tofiño; Pilar García Merino, fotógrafa y docente; Natalia Garcés, directora del Aula de Fotografía y Nacho Izquierdo, fotógrafo y editor de fotografía de CAPTION Magazine.

 

 

© Sofía Moraga Campuzano

Hace unos meses me detuve a preguntarme el porqué de mi obsesión por fotografiar la infancia de mis hijos, casi de una manera exclusiva. Cuestionarme esto me ha obligado a mirar de fuera hacia dentro y a retroceder a mi propia niñez. Es ahí donde sufro un desbloqueo. Comienzo por indagar en la enfermedad de mi hermano y a entender cómo afectó ésta a mi infancia y las secuelas heredadas en la edad adulta. En octubre de 1993 mi hermano menor ingresaba con un linfoma No Hodking en estadio 4 en el hospital Niño Jesús de Madrid. Con 9 años pensaba que estaba malo de la tripa sin más. Hasta muchos años después no puse nombre a la enfermedad. Fue un tema tabú durante tres décadas en mi casa. Como una mala hierba que crece sin control, las palabras que no se dijeron, los gritos que se silenciaron y las lágrimas contenidas, se propagaron en nuestras psiques atormentadas. Y éstas mutaron. Supe demasiado temprano que estamos aquí y que nos marchamos. Algunos en los primeros cruces del camino. Contra natura. Entendí que nunca estamos solos ni siquiera cuando no hay nadie con nosotros, y eso a veces da miedo. Adormecí a la niña y desperté al monstruo. Y cuando de mi vientre nacieron, la niña salió de su escondite para jugar con ellos.

© Sofía Moraga Campuzano

EL RATONCITO ES UN LADRÓN Señores calvos, sí. ¿Niños? Definitivamente no. Aquellos días el Ratoncito Pérez no sólo se llevaba mis dientes, también los pelos de mi hermano. Entonces no entendía para qué narices podía necesitarlos. Se me antojaba que con ellos se hacía un abrigo, o rellenaba almohadas. ¡Qué se yo! A la sillita la reina, que nunca se peina, un día se peinó, cuatro pelos que tenía se los quitó.

LOS REYES MAGOS NO EXISTEN Cuando eres niño crees en la magia; Y que papá y mamá siempre están. Y cuando la venda se te cae de los ojos, la decepción te consume. Porque te sientes invisible. Eres sólo la niña sana, pero tus heridas son imperceptibles y profundas. Los “niños olvidados” del cáncer pediátrico son los hermanos. Su necesidad de apoyo y comprensión sigue pasando desapercibida.

The Forgotten Children
Christopher Kuo and Paul M. Kent

© Sofía Moraga Campuzano

LOS CUERPOS, (Y LAS MENTES) SE FORMATEAN

Mama: “Le dejaron las defensas al mínimo y le aislaron en una habitación. Cualquier simple infección en aquel momento podía ser fatal. Su cuerpo, que era ya un saco de huesos, parecía empezar de cero”. Y en nuestras memorias se borraron (o escondimos en algún rincón) todos aquellos momentos de un plumazo. Como su sangre, nos reseteamos. Parecía doler menos. Pero de vez en cuando, haciendo la comida, en la cama dando vueltas o en la cola del súper, se viola la seguridad de nuestro sistema y se cuelan los recuerdos. Amnesia disociativa en la infancia: En condiciones de extrema dureza, las personas pueden olvidar por completo experiencias que a esa edad o en esas condiciones, serian imposibles de sostener.

ATRAPADA EN NUNCA JAMÁS Era viernes, aunque quizá yo me di cuenta el sábado o incluso el domingo de que se había marchado. Acostumbrada a que estuviese conmigo siempre, no la eché en falta. Se escapó de puntillas para no hacer ruido y no dejó ni una nota la maleducada. Casi treinta años después me di cuenta de que en realidad nunca se marchó, sino que yo dejé de jugar con ella. Y un día te das cuenta que no son dos, sino tres, los que juegan cada día en tu jardín.

YO ENVENENÉ A BLANCANIEVES Mamá: “Después de uno de los ciclos de quimioterapia perdió la vista, y el miedo me cegó a mí también”. Aquello por suerte duró apenas unos días, pero todos nos sumimos en nuestra propia oscuridad de algún modo. Yo sólo era capaz de ver una realidad deformada al antojo del monstruo que llevaba dentro.


Acerca de la autora:

Nací en Madrid en 1984, aunque viví en Alcalá de Henares hasta los 9 años y después en la vecina y tranquila Guadalajara. Mis padres regentaban una de las mejores jugueterías de Alcalá en los años 80. Crecí rodeada de juguetes e ilusión. Tuve la infancia que todo niño querría tener. Pero en 1993, siendo aún una niña, una crisis económica familiar y posteriormente la enfermedad de mi hermano, lo cambiaron todo. Hasta aquel momento yo era una niña muy alegre, teatrera y bastante extrovertida. Pero después de aquello me encerré. Encontré en la escritura y en el dibujo un medio de expresión de lo que callaba. Pero al cabo del tiempo, ya ni siquiera eso, y simplemente silencié todo lo que sentía. Estudié. Estudié todo el tiempo. No creía saber hacer bien nada más. Llené mi cabeza con datos y fórmulas para no dejar salir lo que tenía dentro. Muchos años después la maternidad me sacudió brutalmente. Reconecté con mi infancia interrumpida, me cuestioné y sentí la necesidad de expresarme. En 2019 y sin saber muy bien por qué, saqué del armario una réflex que me regalaron años atrás y que jamás había usado, y me apunté a la escuela de fotografía de mi pueblo. Aunque el curso se vio interrumpido por la pandemia, seguí empapándome de fotografía con videos, libros, cursos online… Yo no sabía absolutamente nada, mi familia nunca se había movido en la cultura y el arte, y simplemente estaba fascinada. Desde entonces la cámara siempre va conmigo sin ninguna otra pretensión que ser testigo de lo que vivo y viven los míos, ser mi memoria y el papel donde sigo escribiendo.

Equipos:

Cámaras: NIKON D750, D5100

Links:

@sofiamc_foto

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© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879