Dios Bendice Este Bungalow. Tradiciones Católicas en la Tierra de los Seminolas

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Alex Stuparich

Florida es un mundo paralelo, incluso para los estadounidenses.  Tienen los huracanes, Disney, la diáspora cubana, disparan cohetes entre los pantanos de Cabo Cañaveral y corren autos en Daytona. Todo eso está muy bien, pero sin duda que prevalece una mentalidad excéntrica o está francamente lleno de gente rara. 

“Los vecinos de ese lado tienen casas grandes, nosotros estamos Ok con algo chico”, dice una pareja que vive sola en su bungalow de 1.200 metros cuadrados. 

El dueño de casa luce espectacular a sus 76 años. Luego de jubilarse a los 35 de la Marina de los Estados Unidos hizo un curso de contabilidad, iniciando una segunda carrera. Su reloj Rolex Sea Dweller Rolesor con aleación de oro es falso, pero su Mercedes negro y el BMW gris en el garage son bien reales. 

© Alex Stuparich

Su esposa luce igualmente saludable. Va a clases de Zumba tres veces a la semana. Es el único beneficio del que hace uso en el centro de recreación del barrio de Orange Park, una comunidad privada de 3.000 casas.  Sus hijos y nietos ya partieron a otros Estados: Alabama, Virginia, Washington, pero a ellos les gusta Florida. Les encanta relatar anécdotas sobre encuentros cercanos con serpientes venenosas en su jardín de vegetales. 

Afuera los jóvenes del barrio se trasladan por el pavimento en carros de golf.  “La casa de al lado está en venta”, sugieren. Cinco dormitorios y cinco baños, estacionamiento para 4 vehículos. El dueño pide $435 mil dólares que en mi ciudad, Toronto, pagarían un piso de estudiante. (http://bit.ly/38ZcL6x).

Nos vamos a otro barrio, a Orange City, en las afueras de Orlando, que es más típico norteamericano con bares, lavanderías, armerías y hasta casas de empeño. Pero no lejos de las crecientes zonas que han llegado al franco deterioro, donde están las casas de empeño de armas, los abogados especializados en bancarrota y los quiroprácticos. 

Blue Spring State Park, Orange City, Florida, santuario de manaties. © Alex Stuparich

Aquí la escala es más pequeña. Ariel y Francis inmigraron desde Filipinas hace sólo dos años y también han adquirido un bungalow. Trabajan duro, él como guardia de seguridad en una escuela de sordomudos; ella como enfermera y de vez en cuando unas horas extra aseando carros en una terminal de los trenes Amtrak. Sus cuatro hijos se han adaptado rápidamente a la vida en Norteamérica: el College, el básquet, los videojuegos en televisor de 65 pulgadas, y para la más pequeña unas clases en una agencia para aspirantes al modelaje los sábados por la mañana.  Es época de Navidad pero ellos tienen planeada una celebración adicional: la bendición de su casa. He venido tratando de entender esta tradición católica tan fuertemente arraigada en sus tierras de origen. 

El padre Kenny, de su provincia de Bikol, ha aceptado gustoso esta solicitud de sus feligreses. Parece un buen tipo y lo hace gratis, aunque ellos le agradecerán con un obsequio, una botella de Chateauneuf-du-Pape del Chateau de Beaucastel cosecha 2014 adquirida en la multitienda Costco.

“Cuando Cristo se hizo carne a través de la Santísima Virgen María, hizo su hogar con nosotros. Oremos ahora para que ingrese a este hogar y lo bendiga con su presencia. Que Él siempre esté aquí entre nosotros”. El agua salpica en los sillones del living. “Que Él pueda alimentar nuestro amor mutuo, compartir en nuestras alegrías, consolarnos en nuestras penas. Inspirados por sus enseñanzas y ejemplo, procuremos hacer de nuestro hogar, ante todo, una morada de amor, difuminando mucho y ampliamente la bondad de Cristo.” Con un giro sobre sus talones apunta hacia la amplia cocina americana: “Oh Dios, llenas al hambriento de cosas buenas. Envíanos tu bendición mientras trabajamos en esta cocina y hacernos siempre agradecidos por nuestro pan de cada día”. 

El padre Kenny se traslada hacia un dormitorio. Todos lo siguen, algo incómodos aunque las camas ya han sido hechas y las almohadas están en su lugar. “Protégenos, Señor, mientras nos mantenemos despiertos; cuídanos mientras dormimos, para que despiertos podamos vigilar con Cristo, y dormidos, podamos descansar en su paz”.  (Una ley del Estado de Florida prohíbe cualquier posición sexual que no sea la del misionero).

© Alex Stuparich

Los baños también están preparados para recibir la inspección del representante de Dios, y menos mal, no hay mal olor. “Bendito seas, Señor del cielo y de la tierra. Nos has formado en sabiduría y amor. Refréscanos en cuerpo y espíritu, y mantennos en buena salud para que podamos servirte. Concede esto a través de Cristo nuestro Señor.” Hay invitación a quedarse a almorzar pero el padre Kenny asegura tener compromisos ineludibles, se despide cordial y parte rápidamente con esa envidiable botella.

La actividad piadosa ha causado algo de tensión en la familia. ¿Qué mejor para liberarla que el campo de tiro? Ningún problema llevar a los chicos: en el Estado de Florida hay que ser mayor de 16 para conducir pero de sólo 11 para disparar. Nuestro amigo Ariel lleva su Glock de 9mm, aunque está la opción de arrendar algo distinto en el mismo local, quizás un revolver Colt o algún rifle de asalto. De paso es tentador adquirir otra arma: sólo se requiere mostrar licencia de conducir, aunque hay que esperar tres días para retirar la compra: el llamado “período de enfriamiento”. Si no fuera por la llovizna habríamos ido a otro campo de tiro, al aire libre.


Incansable estudioso de mundos interdisciplinarios, Alex ha sido concertista en viola en la Sinfónica Nacional de Sudáfrica durante los años del Apartheid. Ha marchado con los gaiteros de la Royal Canadian Legion y obtuvo el primer lugar en la disciplina “Precisión” de la competencia de boomerangs de Ottawa. Menos suerte tuvo en el Mundial de Cachipún de Toronto donde a poco empezar la competencia fue fulminado por un decisivo Tijera-Corta-Papel. Su interés en la fotografía nació en el sur de Chile al adquirir una Canon AV-1 hace más de treinta años y desde ahí jamás se alejó de la imagen casual y espontánea.

Equipo Fotográfico
– Cámara: Lumix GF1, Micro 4/3
– Optica: Lumix: 20mm f/1.7 y 14mm f/2.5

Todas las fotografías publicadas aquí tienen el Copyright del respectivo fotógrafo.

© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879