Harald Hauswald: Der Radfahrer

Harald Hauswald: Der Radfahrer

En DER RADFAHRER (“El Ciclista”), Harald Hauswald trabajó arduamente fotografiando —sin emitir comentarios explícitos— la vida en la RDA, consciente de las consecuencias que podría acarrearle enviar esas imágenes de Berlín al mundo occidental. Las fotografías que aquí presentamos capturan, con una mirada cercana y sin adornos, la vida cotidiana en la Alemania Oriental. Son retratos de una sociedad que sobrevivió en lo doméstico, en los vínculos personales, en el silencio, en la espera.

Ich sage es dir tacheles (te lo digo sin rodeos)
Por Dr. Gonzalo Leiva Quijada, Investigador y Académico

Decir claramente que estas fotografías son una bofetada en nuestras conciencias. Que su sola existencia y la sensibilidad extendida del autor nos indican un tiempo histórico aguerrido.
Un fotógrafo recibe amenazas, amedrentamiento, obstáculos burocráticos, siempre. A pesar de todo, logró construir este corpus que visualizas.

Harald Hauswald entreteje una tela fresca de los acontecimientos en aquellos años, en una ciudad constantemente sitiada, Berlín dividida, urbe llena de memorias susurrantes.

En un tiempo histórico convulso, plenos años 70, comenzó a notarse sendas grietas de la Guerra Fría. Fuerte periodo histórico sostenido por el enfrentamiento de dos potencias con sus órbitas de influencia: EE. UU. y la URSS, que se extiende desde 1945 hasta 1991 y cuyo símbolo final es la caída del Muro de Berlin por la voluntad ciudadana el año 1989.

No eran buenos momentos para una sensibilidad poética, menos para una artística. En medio de todo, la lente de Harald Hauswald, anclada al paradigma analógico, revela desde la crónica fotográfica una gestión actuante, acto vibrante de aires libertarios.

Conmoviendo con imágenes que descubren pedazos del corazón autoral. Su frescor, hoy, constituye, receptáculo de memorias de tantas individualidades buscando mundos posibles: resarciendo sueños frustrados y abriendo una brecha pulsional juvenil.

La configuración de una escena contracultural implica una cultura cooptada por las ideas totalitarias, sin margen de espacios para sus ciudadanos.

La fotografía como expresión genuina de los tiempos contemporáneos es un ojo acusador, escrutador y analítico. El fotógrafo, Harald Hauswald, con sus imágenes tensadas por contenidos contingentes, establece un ademán mayor de carácter atmosférico, marcadamente poético; constreñidos bajo valores plásticos y representacionales que dan solidez a un relato generacional. Sus fotografías tienen la virtud de unir dos atributos contradictorios: crédito de objetividad vinculado, además, necesariamente, su punto de vista. Las imágenes, sintetizan registro de lo real y posibilidad estética de pensar construir renovados sueños.

Ahora, la contingencia puede prohibirlo todo, pero mientras existan fotografías, reverberan esperanzas y mentes lúcidas, decantando amor entre edificios abandonados, entre intersticios y ruinas, se elaboran certezas acaecidas exteriormente del campo normado. Es en estos espacios, fuera del confort y lejos del apoyo gubernamental, donde las obras del fotógrafo son una crónica hecha a pulsos y deseos.

Un ideal expandido en el espacio de conciencia como gesto de afirmación y reseña herida de un caminar hacia la luz, aunque envuelto en la oscuridad. Así el corpus que visualizamos, descubrimos un íntimo convencimiento de hacer lo correcto, una visión ética manifestada en el despliegue fotográfico.

En efecto, el documental fotográfico desde su origen constituye lucha contra la subjetividad, contra lo manipulable, y se establece en la búsqueda de la honestidad y la verdad como fuerza ética que emana de la propia interpeladora realidad.

El documental esgrimido por Harald Hauswald no es un recorrido en solitario, clarifica y constata una ecología solidaria manifestando su activismo.

El sentido humano logra combatir el abatimiento de la cultura de delación presente en Alemania democrática. Abre tras la caída del muro de Berlín y, como testimonio de dicho acontecimiento, un mundo de gestos en contrapuntos, rostros enjutos, jóvenes con peinados identitarios, cuerpos yacentes en la espera.

La fotografía configura una escena con fuertes picados y contrapicados, analizando los autos del otrora régimen, los militantes que fueron quedando, las policías que no sabían qué hacer. Sin embargo, los músicos continúan tocando, los cuerpos doblados que apenas transitan por las empedradas calles siguen buscando. Un caleidoscopio urbano, pues, mientras el orden oficial es apático, sorprende la efervescencia juvenil tan remarcada por las fotografías, donde las sombras en las paredes confirman una nueva sinfonía extendida por estos espacios de conquistas.

Berlín es una ciudad abatida por el dolor y la memoria. Ya no existe la posibilidad de dialogar, de compartir y gozar, pues las restricciones establecidas por el Ministerio para la seguridad del Estado, la horrorosa Stasi, controlan todos los ecos disidentes. Sin embargo, tras la caída del muro, los edificios abandonados en el otro Berlín, son espacios okupados, como el centro Tacheles donde se teje una red de respuestas culturales en pintura mural, música, poesía, fotografía y cine experimental. Ahí estaba el registro de Harald Hauswald, algunos chilenos del exilio, todos testigos de este cambio.

Las fotografías expresan, desde su desafiante actitud blanco y negro, la denuncia de los compases oscuros, enunciando su transformación.

Dichos nuevos tiempos, están marcados por la memoria como medio plástico, organizando continuas relaciones y favoreciendo procesos de resignificación. Como la memoria individual, las imágenes fotográficas construyen archivos, asentados en imaginarios dinámicos, que expresan conciencia ciudadana, dejando traslucir la eclosión de signos indelebles identitarios. Para aquellos que no vivenciamos estos procesos, las fotografías de esta muestra, estatuyen una postmemoria.

Una demanda inscrita en la memoria como consuelo frente al intenso pánico que genera tanto el olvido como la cancelación histórica.

Sin duda de que el modo de ver del fotógrafo se refleja en la elección de su tema, vemos a Harald fluyendo entre los encuentros en espacios clandestinos, así como enarbolando las banderas en la plaza pública. Ejerciendo con las claves bajas fotográficas un fuerte dramatismo, emulsión rezagada por una tenue luz ambiente, donde el proceso analógico exhibe al mismo tiempo su fragilidad y poder; al mostrar tantos cuerpos crispados, rostros animados, sonrisas cómplices, tantas poéticas como conquistas mínimas.

Los jóvenes de Berlín Oriental, los más radicales y los que no participan de las claves adoctrinadas, vislumbran desde el movimiento contracultural su espacio de identidad y contacto. La conformación de tribus urbanas, la extensiva sensibilidad punk como escenario de emoción compartida al ritmo sincopado, adecuando nudos reales al vivir la intensidad del presente. Por cierto, enfrentando el desprecio de una sociedad que dañó cuerpos y relaciones amistosas, familiares por delación y tortura.

Mientras observan las imágenes, imagínense una música intensa, aquella que hace confundir los actos y encuentros de grupos en un gran ritual, efervescencia que matiza el frío reinante, transformando la energía en efluvios positivos.

¿Cuántas promesas quedaron en el camino? Muchas, aunque algunas, sobreviven ancladas a las fotografías, actos personales de voluntad, fuerte necesidad de respirar otros aires. La indagación fotográfica se construye con luz exterior, pero también formula la posibilidad de reconocer esbozos de luz interior, despliegue misterioso del sentido de la vida y la libertad. Así, el proyecto fotográfico de Harald Hauswald, se despliega desde su alma luminosa hacia la exterioridad, quedando como escenario traslúcido y próximo.

El ejercicio fotográfico es vitalista, de las comunidades y tribus contraculturales, es anunciador de nuevos días. En plena Guerra Fría, parte de la juventud elige una nueva vía emotiva y substancial.

Hemos visto cómo la fotografía, la música y el arte les acompaña como escenario y banda de fondo.

Por esto, las imágenes que conquistaron desde el corazón las vibraciones de una época, son catalizadoras de un nuevo dispositivo: el archivo fotográfico corriente del nuevo circuito digno y esperanzador.

 

El observador observado. Una imagen vale por mil palabras
Por Rafael Insunza Figueroa, Curador

Este proyecto nace a partir de la amistad y el respeto.

Una amistad que se originó en los años del undergrouns en Berlín Oriental y en una lucha compartida por la libertad, usando el arte como herramienta de resistencia cultural.

Siento un profundo respeto por Harald Hauswald, él se mantuvo firme cuando la mayoría claudicaba, fue un rebelde entre los derrotados y valiente entre los temerosos. La obra y vida de Harald son una fusión de consecuencia, voluntad, compromiso y pasión. Su trabajo artístico ayudó a develar la realidad en la RDA y a crear verdad a partir del encuentro entre la luz y la sombra.

Una de sus más legendarias fotos del año 1987 nos unió para siempre. El fotografió a la Banda Tacheles, de la cual yo era el vocalista, tocando sobre el altar de una iglesia luterana en Berlín Oriental (la Iglesia de Sión – Zionskirche). A nuestras espaldas la cruz y la sombra de André, arriba del púlpito empuñando la guitarra, proyectándose en el cielo como si presagiara un futuro sacrificio.

Fue el lugar, pero sobre todo el momento. La foto muestra una Bluesmesse, una misa de blues. Estos eventos político-culturales se desarrollaban bajo el amparo de la Kirche von Unten (la Iglesia de Abajo), formada por curas luteranos disidentes que apoyaban al movimiento de resistencia antidictatorial. En estos espacios se congregaban artistas, punks, hippis y todo otro tipo de disidencia cultural, así como políticos y ecologistas. Aquí nació el germen de la resistencia, convertido un par de años más tarde en un movimiento masivo que finalmente tumbó al régimen opresor. Y esto en gran medida gracias a la Perestroyka y el Glasnost en la Unión Soviética.

Harald Hauswald encarna al artista librepensador (Freidenker), aquel que observa con independencia crítica y retrata la realidad.

Podemos hablar aquí de experiencias vividas en carne propia, de un aprendizaje empírico.

Su obra devela una sistema deshumanizado, en el que la esencia misma del ser humano se ve amenazada. Muchas de las imágenes nos advierten acerca de una sociedad en proceso de autodestrucción, en la cual sus mejores retoños, aquellos que idealmente están destinados a guiar la transformación de la sociedad, se convierten en colaboradores del sistema y herramientas de la represión o en Kanonenfutter (carne de cañón) para ser eliminados o exiliados por oponerse al sistema.

Este trabajo artístico perdura en el tiempo por dos razones fundamentales; primero por su sobresaliente trabajo pictórico, en lo que se refiere a ese amoroso baile entre la luz y la sombra, que genera una imagen y su emplazamiento en el espacio. Y por otro lado tenemos su obra visual inserta en un acontecer político-cultural de transcendencia histórica para toda la humanidad.

Con la caída del muro se derrumbó también una forma de explicar la realidad, una cosmovisión, una Weltanschauung.

Uno de los objetivos fundamentales de esta exposición es mostrar como el arte puede ser un instrumento para comprender mejor la realidad, conociendo el pasado podremos entender mejor el presente y vislumbrar quizás una parte de nuestro futuro compartido.

Sigamos entonces navegando contra la corriente, aplicando resistencia cultural, convirtiendo el prejuicio en juicio histórico y llevando nuestro trabajo hasta las fronteras del arte.


Acerca del autor:

Harald Hauswald nació en 1954 en Radebeul, Sajonia. Tras su aprendizaje fotográfico se trasladó en 1977 a Berlín Oriental, donde se afilió a la asociación de artistas de la RDA. Su interés social, unido a su calidad artística, lo convirtieron rápidamente en un importante fotógrafo de la RDA. Publicó reportajes fotográficos en revistas occidentales como “Geo”, “Zeitmagazin” y “Taz”, con su seudónimo.
Fue uno de los miembros fundadores de la agencia de fotografía OSTKREUZ de Berlín.

Harald Hauswald fue galardonado con la Cruz Federal al Mérito y se ha convertido en un reconocido fotógrafo alemán gracias a sus más de 250 exposiciones individuales en Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia y Países Bajos, así como a sus numerosos libros de fotografía acerca de Berlín Oriental.
Sus imágenes de la RDA plasman la visión y los recuerdos de Berlín Oriental.

Enlaces:

Instagram: @haraldhauswald

Web: hauswald-fotografie.com

Todas las fotografías publicadas aquí tienen el Copyright del respectivo fotógrafo.

© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879