Edu López: creatividad y técnica tras el objetivo Fujifilm

Edu López: creatividad y técnica tras el objetivo Fujifilm

Por Nacho Izquierdo

Edu López se ha consolidado como uno de los referentes en fotografía gastronómica, combinando su pasión por la cocina con un dominio técnico impecable y una sensibilidad artística que marca la diferencia. Creador de contenidos y youtuber, su trabajo con las cámaras Fujifilm, en especial la serie GFX de gran formato, lo ha posicionado en un lugar destacado dentro del sector. En esta entrevista, Edu nos habla sobre su trayectoria, su relación con la marca, su visión técnica y también sobre cómo los espacios y el diseño influyen en sus fotografías.

Edu, para quienes aún no te conocen, ¿cómo definirías tu trabajo y tu relación con la fotografía?
En primer lugar, quiero daros las gracias por brindarme la oportunidad de expresarme libremente en vuestro medio, que sin duda es un referente en el sector.

Hace tiempo que el término “fotógrafo” dejó de definirme por completo. Hoy en día dedico tanto esfuerzo a la fotografía como al vídeo, y si tuviera que elegir una etiqueta, me sentiría más identificado con la de creador de contenido.
Formo parte de una estructura mucho más amplia, en la que convivimos perfiles como directores de marketing, especialistas en comunicación digital, community managers, creadores, estilistas, copywriters… Todos aportamos valor.
Mi papel en esta cadena es esencial: las imágenes y vídeos que produzco son los que llegan a las personas al otro lado del dispositivo. Pero, aunque mi trabajo tenga una parte visible, gran parte del éxito depende del equipo que me rodea. Cuanto mejor es el equipo, mejores son los resultados.

Aunque empecé a hacer fotografía en el año 2000, lo cierto es que sigo sintiendo la misma pasión que el primer día. Amo profundamente lo que hago, incluso ahora, en esta etapa de mi vida en la que he tenido el privilegio de convertir este noble oficio en el motor que sostiene mi vida.

¿Qué te llevó a especializarte en fotografía gastronómica y cómo ha evolucionado tu estilo desde entonces?
La fotografía gastronómica llegó a mi vida en 2011, cuando formaba parte de un espacio de coworking. El fundador me comentó que iba a abrir un gastrobar y que probablemente necesitaría un fotógrafo para crear contenido. Me compré el libro Plate to Pixel: Digital Food Photography & Styling, de Nicole S. Young, lo leí con atención y, a partir de ahí, comenzó esta maravillosa aventura.

Con el paso del tiempo he logrado desarrollar un estilo propio, una visión reconocible; en definitiva, una marca. Y eso, en una industria tan competitiva como esta, es fundamental para alcanzar cierto nivel de éxito.

La serie GFX de Fujifilm es famosa por su gran formato. ¿Qué ventajas técnicas y creativas encuentras en estas cámaras para tu trabajo?
Como cámara fotográfica para un creador de contenido que no siempre sabe dónde terminará su trabajo, la GFX100 II es ideal porque no te limita. Su altísima resolución me permite entregar imágenes que pueden acabar tanto en Instagram como en una cartelera de gran formato sin comprometer la calidad. De hecho, uno de mis clientes ha empapelado recientemente toda la fachada de su local con varias de las fotografías publicitarias que creamos juntos.

La GFX100 II ofrece un rango dinámico excepcional en un cuerpo sorprendentemente compacto. Siento que tengo las ventajas de un formato medio con la agilidad de una cámara full frame. El sistema de ópticas es impresionante, y tengo la suerte de contar con un maletín completo que cubre prácticamente cualquier situación: desde el angular 20–35mm f/4, perfecto para fotografía de espacios, hasta el 500mm f/5.6, un teleobjetivo único en su categoría. Entre ambos, utilizo también lentes como el 45mm f/2.8, el 55mm f/1.7, el 110mm f/2 y el 120mm f/4 macro, todas con una calidad óptica sobresaliente.

El sistema es tan completo y versátil que últimamente me estoy planteando seriamente dejar de usar las cámaras APS-C de la marca —que ahora reservo casi exclusivamente para vídeo— y trabajar únicamente con GFX.

¿Cómo abordas tu trabajo como creador de contenidos para empresas, integrando desde la imagen fotográfica hasta las estrategias de marketing para potenciar la marca de tus clientes?
Cada empresa es diferente. En el pasado trabajé con autónomos como Rebeca, de Magic Hands, una terapeuta que ofrece masajes a domicilio, ayudándoles a crear contenido que les permitiera destacar frente a la competencia.

Hoy colaboro principalmente con sociedades que ya cuentan con una estructura empresarial. Algunas son pequeñas, con equipos de entre cinco y diez personas; otras tienen plantillas de cuarenta o cincuenta empleados. También creo contenido para compañías de gran tamaño, como Ritz-Carlton Abama, que supera los seiscientos trabajadores y alberga siete restaurantes, todos con propuestas muy distintas: un italiano, un vegetariano, un japonés, un asador, una arrocería…

Como creadores de contenido, nuestra labor es absolutamente necesaria —y cada vez más. Aunque no todos los empresarios están aún concienciados de ello, es parte de un proceso: algunos siguen pensando que las redes sociales no son para ellos.

En tus vídeos y contenido online, explicas procesos técnicos con mucha claridad. ¿Cómo logras combinar ese lenguaje técnico con un tono accesible para tu audiencia?
Supongo que, cuando dominas algo, explicarlo ya no resulta tan difícil. En mi caso, empecé viendo contenido de Joe McNally. Su manera de expresarse frente a la cámara fue una gran inspiración para mí: transmitía claridad, seguridad y, sobre todo, pasión por lo que hacía.

En unos meses se cumplirán diez años desde que comencé a crear contenido. Imagino que la práctica constante también tiene mucho que ver. Grabar, editar, equivocarse, volver a empezar… Es un proceso de evolución que no termina nunca. Pero con el tiempo aprendes a disfrutarlo, a encontrar tu voz y a conectar con quienes están al otro lado de la pantalla.

¿Podrías contarnos algún desafío técnico que hayas superado recientemente en una sesión?
Puede sonar pretencioso, pero cualquier fotógrafo profesional que lleve quince años trabajando a diario sabe que los verdaderos retos no están en la parte técnica de una sesión. Lo difícil, al menos desde mi experiencia, es traducir una idea en imágenes… sobre todo cuando ni siquiera el cliente tiene claro qué quiere exactamente.

Ahí es donde realmente se pone a prueba nuestro oficio: cuando hay que interpretar intenciones, intuir necesidades y, a través del diálogo, conseguir la información justa para poder construir algo visualmente coherente. Porque, más allá de apretar el botón, nuestro trabajo consiste en entender y dar forma a lo que otros apenas saben expresar.

En fotografía gastronómica, la luz es fundamental. ¿Qué tipo de iluminación prefieres y cómo la manejas para sacar lo mejor de cada plato?
Casi me atrevería a decir que la luz es fundamental en cualquier tipo de fotografía, pero en la fotografía gastronómica se vuelve absolutamente crítica. Hoy en día trabajamos casi siempre con flash o luz continua (LED), y la razón es sencilla: rara vez nos encontramos con condiciones de luz natural óptimas que permitan resaltar el volumen, la textura y todos esos detalles que hacen que una imagen resulte verdaderamente apetecible.

Por eso, intervenir con iluminación artificial no es una opción, es una necesidad. Durante muchos años he trabajado con flashes y modificadores de luz para lograr exactamente el efecto que buscaba en cada situación. A veces una luz dura y cálida que bañe la mesa y simule un atardecer; otras, una luz suave y envolvente que realce la comida de forma delicada y natural.

Sin embargo, últimamente he empezado a trabajar con luz continua, más concretamente con la Maxima Rápida, un LED de cine compacto fabricado en Italia que tiene una característica muy especial: permite montar modificadores de Profoto sin necesidad de adaptadores. Y, como puedes imaginar, siendo usuario de Profoto desde hace años y contando con una buena colección de modificadores, esto ha sido una ventaja increíble.

Lo mejor es que ahora puedo trabajar tanto fotografía como vídeo utilizando el mismo esquema de iluminación, lo que me permite mantener coherencia visual y agilizar los tiempos de producción. Lo malo es que, por ahora, estos LEDs aún no son tan potentes como un flash, aunque al menos cada vez son más compactos, eficientes y fáciles de transportar.

La edición también juega un papel importante. ¿Utilizas software específico junto a las imágenes capturadas con Fujifilm?
Utilizo Adobe Lightroom y, cada vez menos, Photoshop. Y déjame decirte algo: muchas personas imaginan que detrás de una buena fotografía gastronómica hay una edición excesiva… pero nada más lejos de la realidad. Lo que ves en mis imágenes es, sobre todo, el talento del chef, el trabajo de su equipo y la luz con la que construimos la escena. La edición es mínima; solo sirve para reforzar lo que ya estaba ahí desde el principio.

¿Cómo es tu relación con los clientes, desde la planificación hasta la entrega final del trabajo? ¿Qué esperas de esa colaboración?
Tengo una relación muy cercana con los equipos con los que trabajo. Este es un trabajo muy agradable y si empatizas con ellos, lo normal es que la relación sea excelente.

Es cierto que algunas personas se sienten intimidadas al trabajar con ciertos chefs, y lo entiendo: algunos son auténticas estrellas del rock. Saben muchísimo de gastronomía, sin duda, pero —salvo excepciones como Paco Roncero, que además de gran chef es un excelente fotógrafo—, no suelen tener conocimientos técnicos de imagen. Tienen una idea clara de lo que quieren, pero no saben cómo se consigue. Y ahí es donde entro yo como especialista.

Eso no significa que no escuche sus comentarios. De hecho, lo primero que hago es preguntarles: ¿Qué parte del plato debería mirar hacia la cámara? ¿Qué te gustaría resaltar? Me involucro lo máximo posible en el proceso, porque solo así puedes entender la complejidad de ciertos platos y representar visualmente todo lo que contienen: técnica, intención y sabor.

¿Qué consejo técnico le darías a alguien que quiere iniciarse en fotografía gastronómica?
La parte técnica es necesaria, claro, pero no es lo más importante. Puedes tener una iluminación perfecta y una composición impecable, y aun así no lograr nada si tu imagen no conecta con quien la ve.

Lo esencial en fotografía gastronómica es provocar una reacción, despertar un deseo casi instintivo. Que quien mire la imagen sienta, aunque sea por un segundo, unas ganas irrefrenables de probar ese plato. Esa es la magia. Esa es la meta.

¿Qué papel juegan para ti los espacios y la arquitectura de los restaurantes a la hora de plantear una sesión fotográfica?
Todo es importante, claro, pero como creador de contenido tengo que reconocer que, a veces, me encuentro con productos deliciosos en entornos poco favorecedores. En esos casos, la clave está en saber mirar: jugar con la iluminación, controlar la profundidad de campo y dirigir la atención exactamente hacia lo que queremos destacar. Es ahí donde la técnica se convierte en una herramienta al servicio de la intención.

Otras veces ocurre justo lo contrario: el entorno es espectacular, pero el producto no destaca tanto. En esos casos, las sesiones suelen centrarse más en el lifestyle, en mostrar personas disfrutando de la experiencia, transmitiendo sensaciones, atmósfera, placer.

Cada cliente es diferente, y como creador de contenido necesitas dominar todas las facetas para poder dar lo mejor de ti en cada proyecto.

¿Hay algún restaurante cuyo diseño o atmósfera te haya inspirado especialmente a la hora de contar una historia visual?
A mí lo que realmente me inspira son las personas, no los espacios. ¿Sabes qué pasa? Nosotros creemos que el mundo de la fotografía está lleno de apasionados y frikis —y lo está—, pero la gastronomía está a otro nivel. Esa gente vive por y para cocinar. Es algo que te contagia, que te atrapa y te impulsa a dar lo mejor de ti para estar a la altura.

He tenido el privilegio de trabajar con muchísima gente. He hecho fotos y videos con Fran Álvarez, de Está Rico, una persona que ama las hamburguesas casi rozando la obsesión, y sabe más de ese mundo que nadie. También he podido hacer contenido junto a Martín Berasategui, que creo que no necesita presentación. Lo curioso es que, pese a sus diferencias, hay más cosas que los unen de las que los separan: ambos aman lo que hacen y sí, ganan mucho dinero con sus negocios pero estoy convencido de que no es el dinero lo que les motiva. Esa pasión se puede sentir y definitivamente me inspira muchísimo.


Acerca del autor:

Fotógrafo y cineasta con veinte años de experiencia, especializado en la creación de contenido visual de alta calidad para restaurantes, hoteles y marcas del sector hotelero. Desde que lanzó su negocio en 2011, ha trabajado sin descanso para dominar la luz y el color, la esencia de las imágenes impactantes. Su trabajo combina la precisión técnica con un fuerte enfoque narrativo, aportando dirección creativa y visión estratégica a cada proyecto. Colabora con marcas que valoran la autenticidad, el detalle y la excelencia, desde el concepto hasta la entrega final. Actualmente combina encargos comerciales con la creación de contenido en YouTube y la tutoría de otros creativos a través de la plataforma Patreon. Reside en España, pero esta disponible para trabajar en todo el mundo.

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© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879