Sketches

Si hay algo que pueda definirle diría que es un “contador de historias”, al igual que un escritor te sumerge con sus letras en una novela con fragmentos de realidad y otros de ficción, Carlos no hace foto libros, crea historias narradas con imágenes. Él construye su mundo con fotografías que puedes leer. Cada uno de sus libros son una historia universal personal que pertenece a quien lo ve.

 

 

Colaboraciones, exposiciones, premios o trabajos de reconocimiento son asuntos que para Carlos Escudero no tienen relevancia y es extraño oírle hablar de ello, por eso a la hora de escribir sobre su trabajo prefiero hacerlo sobre sus libros, ya que si hay algo que de verdad ama, siente y vive son esas páginas llenas de relatos en imágenes.

“Su vida es un viaje permanente que nunca termina, ordena el “caos” que va encontrándose por los territorios que visita. Resulta curioso que siempre haga fotos tomadas desde el interior del vehículo con el que se transporta. De frente, de costado, de día, de noche, hacia atrás, con lluvia o sin ella, como si, por otro lado, quisiera desencadenar el “caos del orden” con el que se tropieza a veces. Como si, de alguna manera, quisiera regodearse en el “caos”. El movimiento es una contante en la obra de Carlos Escudero. Su pasión por viajar, por el “movimiento”, se materializa así en su ya extensa obra”. TOTI PALACIOS

Su primer libro “Chashitsu”, está realizado en 2014. Las fotografías están tomadas en una hora, el tiempo que duró una representación orquestada por Toshiro Yamaguchi, en la que varios autores japoneses mostraron con diferentes disciplinas artísticas lo que simboliza una “Casa de té” en su país. Una grandeza de arte y creatividad de la que Carlos se contagió.

Continúo con “Miles and Roads” 2007, un libro “on the road” ligero en realización y lectura. Un viaje en coche con sus Leicas M7 y M8 recorriendo los Estados de California, Nevada, Nuevo México y Arizona sin destino definido.

“Un lugar justo en el Sur”, al igual que todos sus libros, mezcla fotografía analógica y digital. Lo comenzó por casualidad en el año 2007 cuando decidió alejarse y poner distancia de una situación personal complicada. Regresó en varias ocasiones hasta el año 2015, cuando dio el trabajo por finalizado. A lo largo de esos años fue cambiando su visión fotográfica, lo que se ve reflejado en las páginas del libro.

En 2018 publica “Do not ever let me down”. Diferente, tal vez extraño y con una historia dura. Es su primer libro en color y contiene algunas imágenes estenopeicas. Puede leerse foto a foto o como una sola narración. Es más profundo y personal sin “exotismos”, habla de instantes cotidianos y de como cambia la forma de percibirlos cuando un ser cercano ya no está. Las personas, los objetos y los lugares que antes formaban parte de él, se ven con una atmósfera distinta.

Para Carlos nada es insignificante, convierte lugares comunes en inusuales, lo que para los demás pasa desapercibido, él lo enfoca de un modo particular. Yuxtaposiciones, desenfoques, dobles exposiciones, estudio, creación de ideas, reportaje, intimidad … una variedad que puede verse en su quinto libro “Desvanecerse”, donde su mundo de los sueños se mezcla con la más cruda realidad. Es un trabajo formado por imágenes tomadas entre 2004 y 2019 con cámaras analógicas, digitales y estenopeicas.

En 2019 publica un “Dossier” que recoge una pequeña muestra de sus libros anteriores.

Llega en 2020 “Are Bure Boke”, enigmático y oscuro.

Un 27 de noviembre de 2019 comenzó la idea de este libro. Carlos presentaba una exposición retrospectiva. Toti Palacios y él estaban observando las fotografías, algunas de ellas les recordaban al movimiento Are Bure Boke. No era la primera vez que recibía comparativas con fotógrafos japoneses. Entonces Carlos preguntó a Toti si existía una conexión entre el surrealismo y Are Bure Boke, y de ser así ¿cual era ese nexo? Y en aquel momento Carlos le propuso investigar sobre el tema y escribir la introducción de su nuevo libro.

Poco después de aquel día hicimos una escapada a Valencia para ver una exposición de fotografía. Durante el viaje el proyecto fue cobrando fuerza. Cuando el libro empezaba a tomar forma llegó la pandemia y durante aquellos meses estuvimos trabajando a través de pantallas como el resto del mundo. Tom Waits de fondo, algún whisky con hielo, largas conversaciones y muchas horas de entrega hicieron que el resultado de “Are Bure Boke” fuera un libro lleno de alma, resultando premiado por la Confederación Española de Fotografía.

“Sketches Lies” es diferente, complejo y sencillo al mismo tiempo. Un objeto pequeño con veinte pequeñas narraciones, compuestas con cuatro fotografías cada una de ellas. Quien las mire probablemente leerá una historia distinta haciéndola suya propia, como yo las hice mías cuando escribí sobre ellas.

En este libro donde mezclan fotografías en blanco y negro con otras en color se pueden encontrar pequeños guiños a la fotografía clásica, guiños a la actualidad y a otros muchos temas que cada uno tendrá que ir descifrando.

Con “Mula” vuelve a verse un cambio sobre los anteriores libros, es curioso porque sus publicaciones van evolucionando con el tiempo y sin embargo todas ellas nacen de fotografías tomadas hace muchos años, negativos que quedaron guardados encuentran ahora una perfecta unión con instantes digitales modernos.

En este trabajo se ve una explosión de color e instantes fotografiados durante ocho años, en los que se celebró en Madrid un festival de arte urbano que acogía una gran variedad de movimientos: tatuaje, motor, escultura, pintura, parkour, skate, breakdance, maquillaje artístico … Carlos fue conectando con las personas, con sus pasiones y en “Mula” nos cuenta esas experiencias.

Actualmente ya está tomando forma el siguiente libro, mientras algunas de sus obras viajaran este año por galerías de Europa.
En mi opinión, Carlos con su obra nos transporta a su complejo universo visual, nos deja entrar en su intimidad sin miedos, siempre inquieto, reflexivo y comprometido con su trabajo.

 

En enero del año 1988 Carlos Escudero comenzó el servicio militar en la unidad de las COES en Colmenar Viejo. Allí siempre iba con una pequeña cámara captando todo lo que ocurría a su alrededor. En poco tiempo le asignaron el puesto de encargado del laboratorio fotográfico junto a su hermano gemelo. Allí comenzaron sus primeros revelados en el cuarto oscuro.
Desde aquel momento Carlos no ha dejado de fotografiar. Pasó por varias cámaras hasta llegar a Leica, marca que se convirtió en la prolongación de su mano. Estudió tres años en la Escuela Superior de Fotografía de Madrid, de nuevo junto a su hermano gemelo. Ha realizados muchas exposiciones a lo largo de los años, ha publicado nueve libros de fotografía y ha participado en diversos proyectos y encargos, pero a Carlos Escudero solo le gusta contar en su currículum cuando comenzó y que sigue ahí cada día, trabajando, experimentando, creando y aprendiendo. Como él dice: “vivo gracias a la fotografía”.