Raúl Bravo: Huellas migratorias

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Huellas migratorias

Fotografías: Raúl Bravo Mercado

Texto: Alexander Infante

 

 

El paso de Chacalluta, se ubica en el límite norte de Chile con Perú, son centenares de inmigrantes que se concentran en el paisaje desértico fronterizo a un costado de la Línea de la Concordia (Chile-Perú). El clima es inhóspito con altas temperaturas en el día y en la noche un gélido ambiente ventoso por la cercanía de la costa del océano Pacífico. En la pampa habitan y pasan semanas mayoritariamente venezolanos y haitianos y en menor número migrantes colombianos. A la espera de ingresar al Perú, que los aproxime a un nuevo destino migratorio. El día pasa lentamente en la arena desértica, mantienen la esperanza de avanzar rumbo al norte con el objetivo principal de cruzar la frontera peruana.

© Raúl Bravo

En ese sentido, observamos una frontera con una alto contingente policial uniformada y militarizada, esta última custodiando la frontera peruana de manera longitudinal, abarcando desde la pampa hasta la costa marítima en una extensión de 15 kilómetros, contando con puntos de vigilancia a menos de un kilómetro. Esto impide fuertemente, que los migrantes puedan atravesar dichas fronteras por pasos no habilitados. En el caso de intentarlo, son redireccionados al mismo espacio geográfico fronterizo.

En el tránsito de la tarde, llegan grupos de personas, caminantes que se suman al seudo campamento. Este tejido social intercultural, tomo la decisión de abandonar Chile, luego de no contar con los accesos de regularizar sus procesos migratorios, los cuales mantienen una espera cercana a los 4 años. Estas personas provienen de distintas ciudades principalmente de la zona central del país. Ellos se han visto enfrentados a la sobre explotación laboral, al trabajar de forma indocumentada y no contar con derechos de previsión social, ni forma de acreditar su salario. En ese sentido, las condiciones materiales se endurecen, son precarias para las diversas composiciones de inmigrantes que emigran de sus países de origen, debido a la crisis política, económica y sociocultural. Son grupos sociales que optan por la movilidad principalmente para cubrir sus necesidades básicas. Recordemos que en el caso venezolano el éxodo alcanza los 7,2 millones de personas, que abandonan su país.

© Raúl Bravo

El fenómeno migratorio en Chile, es un indicador mayoritariamente de migración forzada, los indocumentados mantienen la búsqueda individual y familiar de mejorar su calidad de vida, en relación directa con el acceso a las condiciones materiales. Indicar que la economía per cápita en sus países, son los más bajos en América Latina, así lo apreciamos en los casos de Haití y Venezuela. Este último con un salario mínimo de 5,3 dólares. En ese sentido, el Estado Chileno no reconoce la condición de población refugiada, a pesar de que las violencias que padecen desde el éxodo de sus países de origen justifican la necesidad de protección internacional. En palabras de Bourdieu, la estructura del Estado mantiene “Posesión del monopolio de la violencia física y simbólica legitima”.

La condición migratoria irregular configura un factor de vulnerabilidad y es determinante en los derechos más básicos de las personas. Impidiendo el acceso a la justicia para los inmigrantes, limita el derecho a la salud y vivienda, multiplicando las posibilidades de vivir en la pobreza, provocando la desprotección del trabajador frente a la explotación de participar en un mercado laboral en condiciones precarizadas. Es una dicotomía para esta fuerza de trabajo migratoria, paga impuesto de forma indirecta al Estado, mediante el consumo. Sin embargo, el mercado del trabajo los margina a participar de sus legislaciones sociales.

La voluntad de querer salir de Chile, responde a diversos factores en el contexto de pandemia hasta la actualidad. Observamos una percepción social y de los medios de comunicación masiva que criminaliza la migración irregularizada con sesgos de xenofobia y aporofobia de la sociedad de acogida. Siendo el principal protagonista el Estado, ya que, la administración pública tienen una demora de 2 a 5 años en la evaluación de documentos de solicitud de distintos tipos de visas y condición de refugio. En paralelo, nos encontramos con un alza importante en el costo de la vida, y una inflación encubierta en cifras oficiales. Estos factores echan a tierra todo proyecto migratorio en Chile, generando la vulnerabilidad de los derechos para la población inmigrante.

© Raúl Bravo

¿Cómo logra la población migrante salir de Chile, si no cuenta con la documentación necesaria para entrar al Perú?

La única medida en una condición de estatus migratorio precarizado, es agruparse en el seudo campamento que permaneció activo durante un mes. En este territorio, transitan verdades, desesperanzas y el dolor de una población multicultural. En algunos casos han tenido que levantar las fuerzas y bloquear la ruta internacional que conecta las ciudades de Arica y Tacna, para establecer pacíficamente sus demandas inmediatas que son alimentos, atención médica y una respuesta efectiva a su situación migratoria frente a las inhóspitas condiciones climáticas del territorio. Y la voz del Estado peruano, ha sido reforzar sus fronteras con la presencia de efectivos militares que vigilan los pasos no habilitados. En este sentido, a las personas migrantes, se les pide regularizar la documentación de salida de Chile, para ingresar al Perú. Sin embargo, esto no posible, debido a temas burocráticos y en algunos casos han sido imposibilitados de acercarse a las ventanillas de control migratorio de Chacalluta. Otras experiencias migratorias que cuentan con la documentación necesaria para el ingreso al Perú de igual forma son denegadas, principalmente en casos de migrantes haitianos.

En las manifestaciones de bloqueo de rutas, se ha presenciado la represión deliberada tanto de la policía peruana como la chilena, que ha recibido la población migrante, luego de soportar largas semanas a la espera de que su situación migratoria tenga una línea de corte, y puedan abrirse las fronteras. Por consiguiente hemos presenciado acciones desesperadas, desafiantes en las cuales migrantes de diferentes nacionalidades con menores a cuestas, se internan en la pampa transfronteriza con la finalidad de pasar al Perú.

© Raúl Bravo

La reflexión es como operan las políticas de Estado, considerando que el gobierno de turno chileno, en su ideario se define como humanista, con una aguda mirada en el enfoque de género, y ha hecho oídos sordos y se ha puesto el velo en los ojos para darle solución a esta emergencia humanitaria que viven no sólo migrantes en su mayoría latinoamericanos, sino que la realidad fronteriza promedia 300 migrantes varados. Encontrando un perfil dominante que se caracteriza por madres solteras acompañadas de niños no sólo extranjeros, sino también chilenos.

Estas experiencias acusan un marcado embotellamiento migratorio, denotan la ausencia de derechos fundamentales, respecto a la movilidad sociocultural y poder acceder a condiciones de bienestar por parte de individuos empobrecidos. No se manifiesta la dignidad de las personas, quedando estas diversas historias de vida flotando en la impunidad en base a violencia estructural recibida.

Agradecimientos por la ayuda en la realización de este reportaje a:  Alexander Infante, Viviana Morales, Roberto Candia, Cristóbal Venegas, Jose Luis  Rissetti y Catalina Le-Bert.


Acerca del autor

Mis comienzos en fotografía, empiezan con el regalo de mi primera cámara una Tauro Junior traída por mi padre de un viaje a la Argentina en los años 80, con esa cámara empecé a retratar mis campamentos scouts y vacaciones. Luego conocí a un fotógrafo que me enseñó a revelar en b/n y me atrapó todo lo que sucedía en el laboratorio, era alquimia pura. Dejé mis estudios de mecánica y me matriculé en la desaparecida escuela de fotografía Fotofurum. Una vez egresado hice la práctica en la revista Qué Pasa, luego me resultó una segunda práctica en el diario La Época, donde después de un tiempo me contrataron y permanecí unos años ahí, donde aprendí a punta de mucho esfuerzo el oficio de Reportero Gráfico en tiempos en que vivíamos aún en Dictadura. Volví a la revista Qué Pasa y después de unos años postulé a el diario El Mercurio, donde estuve por unos 6 años. Renuncié y nos fuimos con mi familia a vivir a San Pedro de Atacama por 2 años. Una vez de regreso en Santiago, colaboré en diferentes medios y finalmente me contrataron en el diario Las Últimas Noticias, lugar donde ya llevo 15 años. Me apasiona la fotografía, retratar distintas historias y que éstas permanezcan en el tiempo le dan un sentido a mi vida.

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